lunes, 18 de octubre de 2010

Segunda de Zarzuela

La compañía "Maestro Andrés Uriel" brilla con la reposición de La verbena de la Paloma.
Dice Don Sebastián que “Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad”, y el pícaro Don Hilarión le da la razón. En efecto, la compañía lírica “Maestro Andrés Uriel” ha adelantado una barbaridad. La escenificación ayer domingo de “La verbena de la Paloma”, y además en sesión doble, dejó claro que este elenco ya se puede presentar en cualquier sitio, y casi con cualquier obra. La obra cumbre del género chico, y castizo para más señas, es difícil como ella sola, y tal vez por eso tiene tanto éxito… si se sabe cuajar bien en escena.


La compañía solanera ya tiene mucho de profesional, por que profesionales son los músicos y algunas voces, pero mantiene la esencia del rasgo aficionado y autóctono que le dan los solistas, actores y bailarines de la casa. Desde que esa mezcolanza entró en escena, no han parado de evolucionar. La reposición de “La verbena de la Paloma”, siete años después de su estreno y en auditorio cerrado, no fue perfecta por que ninguna escenificación lo es, pero sí brilló sobre las tablas del “Tomás Barrera”.
El sainete madrileño por excelencia tuvo como éxito principal ayer el trabajo en equipo. Nadie destacó y todos lo hicieron en sus respectivos papeles, y el aplaudímetro final es sabio, por que el público no engaña cuando cada personaje o grupo de ellos, sale a saludar al término de la función.
Vimos la función de tarde, sin duda la más difícil por aquello de los nervios y la familiaridad con el personaje delante del respetable, que no es lo mismo que en los ensayos. Se nota la mano de María Dolores Travesedo en la dirección artística para una obra con un estilo extremadamente castizo, desde luego muy distinto a La rosa del azafrán, por ejemplo. Por eso nos gustó el cambio de registro hacia un deje madrileño, chulapo hasta la saciedad. Andrés Sevilla atacó muy bien su rol del cajista “Julián”, no tanto en el canto, que también, como en las partes habladas, en las que estuvo convincente y suelto. Un papel con mucha carga dramática, y el concertante de salida “También la gente del pueblo tiene su corazoncito” es buen ejemplo de ello.
También gustó mucho Gregorio Uriel en el papel de “Tabernero”, capitaneando con tino y mucha comicidad el trío de jugadores de cartas junto Regino Velacoracho y Luis Miguel Serrano. Mención especial merece María Dolores López Villalta, que volvió a encarnar a la perfección a la gamberra “Tía Antonia”. La soprano Petri Casado no tuvo dificultades para navegar en el rol de “Susana”, así como la también soprano María Dolores Camacho haciendo de “Cantaora” con la soleá “En Chiclana me crié”. En el cuadro final, el menos musical, es el elegido para la irrupción del “Inspector”, papel que le va al pelo a Julián García-Cervigón por su vigorosidad en escena.
El rol de Don Hilarión, en realidad el protagonista de la obra como boticario de Lavapiés y viejo verde, lo atacó Manuel Marcos en la sesión de tarde, y Luis Romero de Ávila por la noche, que exhibió toda su capacidad expresiva para hacer reír. Gregorio González acompañó a ambos haciendo de “Don Sebastián”.
La coordinación con la orquesta anduvo mucho mejor que en el ya lejano estreno del año 2003. “La verbena de la Paloma” es una zarzuela extremadamente complicada por sus coros a varias voces. Y hablando de coros, buen trabajo en general de la masa coral, que tiene su minuto de gloria en las seguidillas “Por ser la Virgen de la Paloma”.

Primera de Zarzuela

Musiarte convenció con la escenificación de La dolorosa y Gigantes y cabezudos.
La primera jornada de representaciones de la 2/ª Semana de la Zarzuela fue un homenaje al género chico de ambientación maña, aunque con estilos bien diferenciados en sus partituras. La dolorosa y Gigantes y cabezudos mezclan una inequívoca identidad aragonesa con dos maneras muy distintas de concepción musical, algo que las convierte en perfectas para compartir cartel, no sólo por su variedad de estilos, cosa que el público agradece, sino también por que facilita mucho las cosas a la hora de su montaje escénico. Y así fue como Musiarte Producciones presentó en el teatro “Tomás Barrera” la obra cumbre del maestro Fernández Caballero y una de las más conocidas de José Serrano, en doble sesión.
La tarde comenzó con La dolorosa, obra de sencilla coreografía, sin complicaciones corales, pero con una enorme carga lírica en sus romanzas, sobre todo para tenor. Por eso la compañía echó mano de Jesús Lavid. El solista cántabro lució su poderosa voz de tenor lírico, de largo fiato, que cobra su máximo apogeo en “La roca fría del Calvario” o “Relato de Rafael”, y también en “La confesión” ante el “Prior”, papel que encarnó el incombustible barítono Antonio Lagar. Buen trabajo también de Chantal García como “Dolores”, aunque una de las piezas más aplaudidas fue el dúo cómico entre Cristina Zambrana y Adolfo de Grandy, que hicieron de “Nicasia” y “Perico”.
A continuación llegó “Gigantes y cabezudos”, zarzuela de mayor vistosidad escénica, con importante protagonismo de los coros, tanto masculinos como femeninos, y donde la jota aragonesa eclosiona con todo su esplendor, sobre todo en la parte final.
Excelente trabajo de la soprano Lupe Sánchez, que mantiene la misma fuerza de siempre. Convincente como actriz y amante de los papeles con fuerte personalidad, como el caso de “Pilar”, se lució fundamentalmente en la romanza “Esta es su carta”, que cantó con gran entrega y bella factura dramática. Ella misma se considera una soprano verdiana, y este tipo de papeles que encarnan terquedad y coraje, le van al pelo.
El público se entregó también en el coro de repatriados, a pesar de que el tenor Alessandro Bassi no acabó de trasmitir, sobre todo en la parte teatral. Y es que la gran dificultad de la zarzuela es esa: mezclar canto y declamación. En la parte cómica, Miguel de Grandy arrancó aplausos al igual que el otro Grandy, Miguel, y Margarita Cuesta como “Tomiteo” y “Cuesta”. Pero fue Carlos Ibarra el actor genérico que más divirtió cuajando el papel de “Sargento”.
Ambas funciones fueron dirigidas desde el foso por Luis Romanos, cuya orquesta también fue muy aplaudida.

La 27ª Semana de la Zarzuela arrancó con el pregón de Luis R-Ávila y la entrega de distinciones

      La 27ª Semana Nacional de la Zarzuela camina a pleno rendimiento. El viernes arrancó con el pregón inaugural y la entrega de distinciones, aderezada por el III Encuentro de Corales. Un acto largo en el tiempo, como es costumbre, que se dilató por espacio de casi 4 horas, pero que tuvo momentos de intensidad emocional, sobre todo por que el amplio carrusel de premios, diez en total, tuvo mucho sabor solanero.

La presentadora de Canal 2000TV, Gema Rodríguez, condujo con sobriedad un acto en el que destacó el pregón de Luis Romero de Ávila. El director escénico de la compañía “Maestro Andrés Uriel” tildó esa noche de mágica para él y por eso “volcó los cinco sentidos sobre la palabra”. Entre fragmentos de zarzuelas y momentos que han jalonado estos 26 años, rememoró al maestro Uriel, para quien tuvo palabras muy cariñosas, y los tiempos del Cine Moderno y el Teatro Cervantes, que “elevó el arte de la zarzuela al cielo más hermoso”. Cómo no, destacó la fecha del 19 de marzo de 1988, cuando “La rosa del azafrán” fue estrenada íntegramente por solaneros. Enumeró a sus personajes principales y ensalzó su trabajo en pos de la zarzuela, y que ésta haya marcado a fuego la historia cultural de La Solana.

El pregonero, que se esmeró en exhibir su capacidad literaria amén de su vena interpretativa, expresó su orgullo por pertenecer a la Asociación “Amigos de la Zarzuela” desde sus inicios para mantener viva la llama del género lírico “pétalos morados de azafrán que en el otoño de la vida interpreta su mejor obra”.
Antes se celebró la ceremonia de entrega del resto de distinciones que la ACAZ otorga cada año, previo discurso de bienvenida del alcalde, Diego García-Abadillo, que felicitó a los premiados y destacó la excelente idea de reconocer a “gente de la casa”. Según dijo, “es bueno premiar a los nuestros y poder ser profetas en nuestra tierra”. A continuación, defendió la zarzuela como “el arte total” y abogó por protegerla “como algo único”.
El título de “Ama Mayor” lo recibió la soprano Petri Casado y el de “Juan Pedro Mayor” ex-aequo los barítonos Andrés Sevilla y Ramón López. También se entregaron cinco Rosas de Oro para los actores genéricos Jose Martín-Albo, Gregorio González, Julián Romero de Ávila y María Dolores Camacho, así como para el barítono profesional, Antonio Lagar, que bromeó asegurando que pronto se empadronará para ser un solanero más. El último galardón lo recogió la Universidad Popular de La Solana, que ha cumplido sus bodas de plata. Subieron al escenario la directora y coordinadora, Amalia Romero de Ávila y Francisca María Serrano de la Cruz, así como la concejala de Cultura, Cristina Fernández, que elogió el trabajo de la UP durante “veinticinco años sembrando sueños, entusiasmo y cultura”.
El dilatado acto inaugural concluyó con el anunciado III Encuentro de Corales. Actuó la coral “Molto Vivace” de Daimiel, el grupo lírico “Nuevo Siglo” de Madrid, y el coro titular de la ACAZ.
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FESTIVIDAD DE SANTO TOMÁS BECKET